Erupciones
solares y cañones de fuego: ¿Debemos preocuparnos por lo que está ocurriendo en
la superficie del Sol?
Estos fenómenos imponentes son propios del nuevo ciclo solar, que alcanzará
su máximo alrededor de 2025 y ha sorprendido por su gran actividad. Se esperan
cada vez más
Cada once años, el campo magnético de nuestra estrella se 'voltea', lo
que los científicos llaman un ciclo; en cada uno, se da un máximo y un mínimo
solar en los que la actividad de la estrella aumenta y disminuye
Tormentas solares: la amenaza invisible
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Erupción gigante captada en abril de
2012 NASA/SDO/GSFC | VÍDEO: DAVID CONDE
La actividad del Sol se asoma a los titulares desde hace un par de años:
desde intensas llamaradas a erupciones solares que provocan potentes tormentas
geomagnéticas. Incluso cañones de
fuego que se elevan hasta los 20.000 kilómetros de altura,
una extraña
'serpiente' o 'fogatas' sobre
la superficie de nuestra estrella. ¿Qué está ocurriendo? ¿Acaso el Sol está
cambiando?
«En realidad, todo esto es normal», explica a ABC Javier
Rodríguez-Pacheco, catedrático de Astronomía y Astrofísica de la Universidad de
Alcalá (UAH) e investigador principal de EPD, las siglas del instrumento
Energetic Particle Detector (Detector de Partículas Energéticas) a bordo de la
sonda Solar Orbiter,
la misión europea que tratará de revelar los misterios de nuestra estrella.
«Vamos subiendo en la actividad del ciclo solar y, a medida que nos acercamos
al máximo solar, se esperan más y más erupciones. Aunque es cierto que en este
ciclo en concreto nos ha sorprendido la gran actividad de nuestra estrella»,
añade.
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Nuevos datos sobre uno de los mayores misterios del Sol
JOSÉ MANUEL NIEVES
La nave Solar Orbiter podría haber descubierto por qué la atmósfera
solar está cientos de veces más caliente que su superficie
Las estrellas son enormes bolas de fluido extremadamente caliente,
cargadas eléctricamente. Esta carga eléctrica se mueve, generando potentes
campos magnéticos. Cada once años más o menos (no siempre es una cifra exacta,
cuestión que intriga a los científicos), este campo magnético se 'voltea': los
polos norte y sur intercambian posiciones. Y, después de otros once años,
vuelven a su lugar. Cada uno es un ciclo y, también en cada uno, se da un
máximo y un mínimo solar en los que la actividad de la estrella aumenta y
disminuye. Los científicos pueden saber en qué fase se encuentra el Sol debido
a la cantidad de manchas que se pueden observar en su superficie.
En estos periodos de máxima actividad, aumenta el número de manchas y
también la probabilidad de fulguraciones o de eyecciones coronales de masa.
Estas erupciones envían poderosos 'chorros' de materia y energía al espacio,
provocando las tormentas solares. En la Tierra, lo más común es que sintamos
este poder por las auroras boreales, las vistosas luminiscencias en el cielo
provocadas por la interacción de estas partículas cargadas que envía nuestra
estrella y nuestra atmósfera. Es algo común cerca de los polos, ya que nuestro
campo magnético, una suerte de 'capa protectora' natural de nuestro planeta, es
más débil en estos puntos, y lo deforma; sin embargo, con tormentas solares más
fuertes, el campo magnético cambia aún más, provocando que estas auroras sean
visibles en puntos donde no son habituales.
De hecho, a finales de este mes, el fotógrafo Lorenzo Cordero captaba
en Extremadura una de
estas vistosas luminarias, si bien eran observadas también en Texas, Arizona o
latitudes bajas de Asia. Tampoco es la primera vez: existen reportes en los que
incluso desde la Gran Vía madrileña se registraron estos fenómenos. Sin
embargo, esta es la parte más 'amable': en los eventos más extremos, se podrían
producir daños en las comunicaciones por radio, en las redes eléctricas
terrestres e incluso dejar fuera de juego a los satélites (de hecho, SpaceX
reportó un caso en el que cuarenta de sus 'soldados satelitales' de Starlink quedaron literalmente 'fritos' por
una tormenta solar).
Un ciclo inesperadamente intenso
Actualmente, nos encontramos en el ciclo 25 (la actividad del Sol solo
se monitoriza científicamente desde 1755, por lo que de momento tenemos datos
tan solo de 24 ciclos completos), que comenzó oficialmente en diciembre de
2019, según anunciaron la NASA y la Oficina Nacional de Administración Oceánica
y Atmosférica de los Estados Unidos (NOAA). «Anteriormente vimos unos ciclos
solares cada vez más débiles (e que dejamos atrás dejaba un periodo
'tranquilo': el máximo de manchas solares fue de 116, frente a una media de
179), por lo que en un principio las previsiones apuntaron a que este también
lo sería», señala Rodríguez-Pacheco. Sin embargo, no fue así.
Un estudio liderado por expertos del Centro Nacional de Investigación
Atmosférica de EE. UU. (NCAR) y publicado en la revista 'Solar Physics'
ya vaticinó once años más 'movidos', con entre 210 y 260 manchas en el máximo,
lo que le colocaría en el ranking de los más activos jamás observados. «Pero
las predicciones se han quedado cortas», afirma el astrofísico de la UAH. Tan
cortas que hay incluso quien señala que que el máximo se adelantará a finales
de 2024, un año antes de lo pensado.
«Estamos observando que la actividad sigue creciendo y, además, muy
rápido», señala Rodríguez-Pacheco, quien explica que el momento en el que más potentes
eventos solares se producen no es en este pico, sino inmediatamente después.
«Es como si la energía magnética que está ahí almacenada tardara un poquito más
en liberarse. Es justamente en la caída del ciclo cuando se observan los
sucesos más intensos».
No debemos estar asustados, sino
preparados
Aún así, el astrofísico señala que hay que mantener la calma. «No hay
que estar preocupados, sino preparados. Y para eso está la ciencia. No podemos
controlar la naturaleza, pero sí entenderla«. Uno de los cometidos de Solar
Orbiter, la sonda que porta el instrumento de Rodríguez-Pacheco, será ofrecer
nuevas pistas sobre el funcionamiento de nuestra estrella y ver, por ejemplo,
qué ocurre en los polos, a donde ninguna misión se ha acercado hasta ahora.
«A partir de los datos de esta misión podremos afinar los modelos,
comprender qué es lo que ocurre en estos ciclos solares y poder predecirlos
mejor», señala Rodríguez-Pacheco. «Lo mejor es estar preparados, porque e algún
momento, tarde o temprano, recibiremos el impacto de una tormenta severa»,
indica. De hecho, ya
ha ocurrido en el pasado: estos fenómenos han interrumpido el
telégrafo en Norteamérica y Europa y apagado Broadway durante horas.
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La tormenta solar más potente jamás registrada se conoce como el evento
Carrington , descubierto por Richard Carrington en 1859. El campo magnético
terrestre se deformó por completo, permitiendo la entrada de una llamarada
solar que provocó inmensas auroras boreales y cortes en la incipiente red de
telégrafo transoceánica. Incluso existen estudios
que señalan que
las tormentas geomagnéticas son más comunes de
lo pensado. Sin embargo, el astrofísico llama a la calma: «Si se toman las
medidas oportunas, sus efectos perjudiciales se verán atenuados».
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